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No TodoS FlotaN

Un español en Nueva York (Parte I)

El comienzo del relato... es en los aeropuertos, esos lugares donde te escanéan hasta el carné de identidad (pasaporte en este caso)


En el de Madrid va todo bien, la fama de cachondeo es merecida puesto que me localizan una botella de coca cola que me había llevado desde casa y me dicen que la tire yo mismo. Lo hice, pero dentro de mi estómago, mientras comía. Lo peor fue en Heatrhrow, Londres. No contentos con que nos hubieran hecho el chequeo en España, nos juntaron como a ovejas en las típicas colas en zig-zag, viendo llegar el momento del scaner, con nervios, puesto que había que hacer un enlace al vuelo a New York con el tiempo justo, la cola iba muy lenta y comprobando lo absurdo que se está volviendo todo.

Nos hacían descalzarnos y poner botas y cinturones en las bandejas del scaner, a parte de chaquetas, bolsos cámaras, etc... Luego pasas por el scaner y yo... por supuesto, pité. Se me había olvidado el móvil en el bolsillo. En ese momento fui conminado a quedarme quieto, elevar los brazos y dejarme cachear. Fui a sacar el móvil, inocente de mí, y recibí una orden llena de pavor y amenaza diciendo que sacara la mano del bolsillo, que las pusiera en cruz de nuevo y que me estuviera quieto mientras un compañero sacaba el móvil de mi bolsillo y lo pasaba por el scaner como si una bomba fuera.
Por supuesto me cachearon entero varias veces hasta que quedaron satisfechos. Mientras me alejaba de aquella locura descalzo y corriendo porque perdía el enlace me siguieron con la mirada sospechando... Era la primera vez que era tratado como un terrorista de... ya sabéis quien (no quiero que pasen el scaner al blog y entren en mi casa).


Por fin entré en el segundo avión a eso de las nueve, hora de Londres. Era un 747, nunca había estado en un avión tan grande. Tenían hasta unos asientos que se reclinaban hasta formar camas, te daban pijamas, edredones y batas, una pasada. Yo iba en turista, con asiento reclinable, una batería de películas y un montón de comida que nos dieron las azafatas durante el trayecto.
Pasaban cada media hora por si querías algo de beber. Me dieron cena, tente-en-pies y “desayuno” (o algo así, porque cuando llegué a NY seguía siendo de noche).

Por supuesto, nos dieron las tarjetas de inmigración para rellenarlas durante el vuelo y entregarlas en el aeropuerto de Nueva York, con las preguntas de las que todo el mundo habla, y... que son de verdad, existen, no es una leyenda urbana.

Me preguntaron si tenía que ver algo con actividades terroristas o si había estado relacionado con los nazis, si tenía antecedentes, si me habías expulsado del país...
Vamos las típicas preguntas que si son ciertas contestas con sinceridad...
Además, había que rellenarlo todo en Inglés y me tocó estar traduciendo la tarjeta a un par de pasajeros que no tenían ni idea del idioma y estaban perdidos y con cara de susto.
Me parece fatal, si nadie te lo traduce, ¿qué haces?


Por fin, tras seis horas de vuelo... llegué a Nueva York, pero eso es otra historia...

1 comentario

Miki Koishikawa -

¡lo he logrado!
¡he logrado que escriba! y además quiere hacer varias partes....
eso ya veremos en que queda, porque me parece a mi que va a ser tipo mi historia de Galicia... Nunca sabremos el final.
^_^U